FU SHENGYUAN: FIDELIDAD A LOS PRINCIPIOS
Artículo publicado en la revista TAI CHI CHUAN (autor Luis Soldevila)
Fu Shengyuan es un gran hombre de baja estatura, de estructura sólida y carácter abierto y jovial. A sus 74 años, es ampliamente reconocido como «guardián» del estilo Yang. Su padre, Fu Zhongwen, fue uno de los principales discípulos de Yang Chengfu y una de las grandes figuras del Taijiquan de la segunda mitad del siglo XX. A menudo le decía que la misión que le había encomendado su maestro era extender el arte del Taiji a todo el mundo, y que él a su vez debía continuarla. Aunque reside desde 1989 en Perth, Australia, donde dirige su escuela, ha llevado su enseñanza a más de cuarenta países y sigue dedicando buena parte del año a viajar sin descanso dando cursos para las diferentes ramas de la asociación Yong Nian, sin que parezca afectarle en absoluto el desgaste de los desplazamientos constantes.
Desde que era un niño, usted parecía estar destinado a ser el principal transmisor del Taijiquan de la familia Yang. ¿Qué recuerdos tiene sobre sus primeros años de práctica?
Cuando yo tenía nueve años mi familia se trasladó a Shanghai, y entonces fue cuando mi padre empezó a enseñarme Taijiquan. En nuestra casa siempre había invitados y visitantes que venían a aprender de mi padre, y al principio yo simplemente imitaba lo que hacían los mayores. Pero él nunca me obligó a asumir la responsabilidad de ser el heredero del estilo. Aunque mi padre era de Hebei, una provincia bastante cerrada, muy tradicional, en Shanghai todo era mucho más abierto, no se daba por sentado que un hijo tuviera la obligación de aprender la profesión de sus mayores. Realmente fue a los quince o dieciséis años cuando yo tomé la decisión de profundizar en el arte de la familia. Entonces practicaba dos o tres horas al día, y como tenía que ir al colegio, lo hacía por la noche. Muchos alumnos de mi padre venían a nuestra casa a practicar tres o cuatro horas cada día por las tardes, y cuando ellos terminaban mi padre me dedicaba a mí varias horas más. Así me acostumbré a practicar yo solo por las noches. Desde aquellos tiempos mi hora preferida para practicar ha sido de once de la noche a una de la mañana. Hay silencio, todo el mundo duerme, y el aire está más limpio, es mejor para la respiración.
Cuando toma la decisión de asumir su herencia y convertirse en el sucesor de su padre, ¿en qué cambian su visión del Taijiquan y su formación? A partir de ese momento uno tiene la responsabilidad de adquirir la transmisión completa del estilo Yang. En esencia la forma de entrenamiento es la misma, pero debes dedicarle mucho más tiempo y esfuerzo. Y tienes que aprender multitud de detalles y trabajos que son física y mentalmente mucho más exigentes. El gongfu del Taiji no tiene límite. Y una vez has alcanzado el nivel suficiente, tienes el deber de conservarlo y transmitirlo a los demás. En 1936, poco antes de morir, Yang Chengfu pidió a mi padre que difundiera el arte de la familia Yang por todo el mundo, tal y como él se lo había enseñado. Desde entonces, él dedicó su vida a este objetivo. Y hubo años muy difíciles. A finales de los años 40 China vio grandes cambios que sacudieron el país, pero a pesar de las dificultades que se vivieron en aquella época, él no dejó de transmitir el legado que había recibido. Las restricciones para salir de China hacían entonces muy difícil extender el Taijiquan al resto del mundo, pero con el tiempo mi padre pudo salir cada vez más, y desde que yo me mudé a Australia en 1989 he seguido trabajando para conseguirlo, como ahora lo hace también mi hijo. Mi padre me insistía a menudo en la importancia de que conservara fielmente lo que estaba recibiendo y lo transmitiera de la misma forma, sin cambiar nada. En su libro Principios y aplicaciones del Taijiquan, Yang Chengfu dice, «sólo hay un método de aprender Taiji, no dos». Si fuera necesaria alguna alteración en el método de entrenamiento que nos ha llegado de los antiguos maestros, ya se habría realizado en los últimos siglos. Sin embargo la mayoría de los discípulos de Yang Chengfu hicieron modificaciones en el estilo que habían recibido, y de esta forma es muy fácil que se pierda en la transmisión el verdadero significado de los principios y aplicaciones, hasta el punto de desaparecer por completo la intención original. Ahora hay multitud de obras sobre el Taiji y sus beneficios para la salud y como arte marcial. Pero para beneficiarse verdaderamente de su práctica es importante recibir una enseñanza correcta y asimilar los principios. El Tratado del Taijiquan de Wang Tsungyue dice que «una pequeña desviación al principio nos apartará al final diez mil millas del camino correcto».
¿Entonces las modificaciones que hizo Yang Chengfu serían el último paso en la evolución del estilo Yang?
Las adaptaciones que hizo Yang Chengfu no alteraban la esencia del estilo en absoluto, eran más bien modificaciones de método, de enseñanza. Pero todos los principios originales están ahí. Por ejemplo, él separó el fajin de la forma porque el Taiji debe ser fluido, no debe haber interrupciones. Por eso el fajin se trabaja por separado. Yo mismo he creado una forma de 28 movimientos para facilitar la primera fase del aprendizaje, pero esa forma incluye y respeta todos los principios. Es un encadenamiento de diferentes posturas tomadas de las tres partes de la forma larga tradicional de 85 movimientos, pero en ningún momento supone una modificación del estilo. Es una herramienta que permite adaptar mejor la enseñanza a los tiempos actuales.
¿Podría darnos los rasgos básicos que identifican el auténtico estilo Yang? Todas las características fundamentales del verdadero Taiji Yang están incluidas en Los diez puntos importantes para la práctica del Taijiquan de Yang Chengfu (ver pag. XX). Pero antes de profundizar en el estudio de estos diez puntos, hay tres cualidades que se deben asimilar y afianzar. La primera se refiere al cuerpo, la segunda al qi, y la tercera al espíritu.
– Relajación. Estar relajado no significa estar vacío. El movimiento debe ser natural, uniforme y suave. El esfuerzo debe estar repartido por todo el cuerpo. Así llegará un momento en que la fuerza de todo el cuerpo se podrá concentrar en cualquier punto. Es importante no utilizar la fuerza ni la violencia. Eso es movimiento antinatural y no hay conexión.
– Firmeza. El flujo de qi debe ser constante, eso es lo que hace que todo el cuerpo esté unificado y no «flote». Para conseguirlo, se debe acumular una gran cantidad de qi en el dantian. Al practicar, los hombros y la cintura deben estar relajados, y los codos bajos. Eso ayuda a que el qi se mantenga en el abdomen y no suba al pecho. Cuando el qi es firme, el dantian se convierte en el centro de gravedad del cuerpo, y el movimiento de los brazos y las piernas no afecta al equilibrio y al enraizamiento.
– Concentración. Es una atención profunda a los movimientos que realizamos. La mente debe seguir en todo momento el movimiento físico para conseguir la coordinación entre lo interno y lo externo. Hay tres coordinaciones internas y tres externas. Las internas son el corazón-mente con el pensamiento, el pensamiento con el qi y el qi con la fuerza. Las externas son los hombros con la parte superior de los brazos, los codos con las rodillas y las manos con los pies. En los diez puntos de Yang Chengfu hay material de estudio para toda una vida. Si uno consigue ejecutar de principio a fin la forma tradicional de 85 movimientos respetando en todo momento esos diez principios, se puede decir que su gongfu tiene un nivel muy elevado. En cuanto a la estructura, hay ciertos detalles que permiten reconocer el auténtico estilo Yang, como por ejemplo que para girar pivotamos sobre el talón de la pierna sólida, la pierna en la que está el peso, algo que se ha perdido en las versiones modificadas.
Este es un aspecto que sorprende a muchos practicantes de Taiji. ¿Puede explicárnoslo con más detalle? En muchas adaptaciones de nuestro estilo se gira desplazando primero el peso a la pierna atrasada para girar con la adelantada vacía, lo que reduce considerablemente la estabilidad y el gongfu de las piernas. Girar sobre la pierna llena nos permite controlar mejor nuestro centro de gravedad e impide que se rompa el jin. La imagen de «devanar el hilo de seda» tiene mucho que ver con este principio. Si se tira demasiado del hilo, se rompe, pero si no tiramos con un mínimo de fuerza se enreda. Balancear el peso hacia atrás y hacia delante para girar es como dejar el hilo de seda demasiado suelto. Y desde el punto de vista marcial nos hace mucho más lentos y vulnerables. Aún así, hay gente que piensa que se puede romper el jin si se gira sobre la pierna llena, y puede ser así. Para que esto no ocurra, es necesario aprender a distinguir entre el lleno y el vacío. Si mantenemos el peso siempre en un solo punto, evitando el error del doble peso, seremos capaces de mantener la estabilidad en todo momento y el jin no se romperá. Al girar sobre el talón que soporta el peso se debe relajar toda la parte central del cuerpo, y hay que elevar un poco la almohadilla del pie, distinguiendo a la vez el lleno del vacío en el pie. Si además aprendemos a girar sobre el talón con un movimiento de tornillo, entonces nuestro enraizamiento será mayor. Al principio es más difícil girar así, pero con la práctica aprenderemos a enlazar la forma sin interrupción y nuestro gongfu será más elevado.
¿Cómo se trabaja el gongfu del Taijiquan? Cualquier tipo de gongfu requiere una gran cantidad de tiempo y de trabajo. Si uno quiere aprender el arte del Taiji no puede tener demasiada prisa. No se puede forzar las cosas, sino que hay que tomarse tiempo y practicar con regularidad, y permitir que nuestro gongfu evolucione naturalmente. Cuando uno quiere absorberlo todo a la vez, es muy difícil asimilarlo. Desarrollar el gongfu es un proceso continuo. En primer lugar es fundamental recibir la transmisión correcta de los principios. Como decía antes, en muchas variantes del Taijiquan estilo Yang se ha desvirtuado la esencia. Si no nos enseña los verdaderos principios alguien que los haya recibido personalmente y los haya integrado en su cuerpo, no llegaremos a ninguna parte. Una vez aprendidas las posiciones, la forma Yang de 85 movimientos se ejecuta en unos veinte minutos. Si uno quiere desarrollar gongfu, debe practicarla al menos tres veces seguidas cada día, lo que equivale a una hora de ejercicio sin interrupción. Con la práctica diaria vamos corrigiendo constantemente nuestra forma, y descubrimos que cuanto más aprendemos más nos queda por aprender. Lo que al principio parecía muy fácil, de repente ya no lo es tanto. Eso ocurre porque empezamos a sentir los movimientos en profundidad. En esta fase es muy fácil desanimarse, porque estamos siendo críticos con nuestra propia ejecución. Pero en realidad es un signo de que estamos avanzando. La perseverancia es fundamental. Nunca insistiré bastante en la necesidad de la práctica diaria y consciente. Muchos alumnos piensan, «Hoy no tengo tiempo, mañana practicaré el doble», o bien «Hoy he ido a clase, ya no necesito practicar». Pero hay que entender que cuando estamos en clase estamos aprendiendo, y aprender no es practicar. Si no consolidamos el aprendizaje con la práctica, no llegaremos a ninguna parte. La práctica de la forma debe hacerse en solitario y concentrándonos plenamente en los movimientos. Según van aumentando la resistencia, la fuerza y la elasticidad, si queremos adquirir el verdadero gongfu del Taijiquan, se debe aumentar el tiempo de práctica a cinco o seis horas diarias y trabajar en posiciones cada vez más bajas y cada vez más despacio a fin de fortalecer las piernas. Unas piernas fuertes son los cimientos que hay que asentar para que nuestro Taiji sea efectivo como método de salud y como arte marcial. Y en el trabajo de piernas hay que prestar especial atención a las transiciones entre posiciones. En las transiciones es cuando somos más vulnerables, y precisamente la lentitud en los movimientos es una forma de eliminar esa debilidad. Trabajando de este modo la forma se va perfeccionando sola, ya que cada vez somos más conscientes de nuestros errores y carencias. Y por supuesto, la instrucción cambia según el gongfu va creciendo, y se van incluyendo en la práctica las formas de armas, el empuje de manos y el trabajo de fajin.
¿Podría hablarnos un poco más sobre estos trabajos avanzados?
La forma de Taiji de mano vacía es la base de los métodos de entrenamiento avanzados. Si se trabaja los principios correctamente en la forma, el progreso en el empuje de manos será rápido y firme. La práctica del tuishou exige un alto grado de relajación, sensibilidad y coordinación, cualidades que se deben desarrollar primero en la forma. De esta forma el empuje de manos será una herramienta de gran valor para el aspecto marcial, pero también para profundizar en nuestro Taiji, ya que nos revelará carencias y defectos que a su vez se deben corregir en la forma. Por otra parte, el tuishou sirve para desarrollar la capacidad de escucha, que nos permitirá «sentir» el ataque del adversario cuando empieza a producirse y responder a él. Aprender a escuchar exige una gran sensibilidad y la participación de todo el cuerpo.
Tampoco hay que olvidar que los movimientos del Taijiquan están concebidos para emplear la fuerza estructural del cuerpo en su totalidad, y ese es un objetivo que sólo se consigue trabajándolos con la máxima lentitud y con absoluta precisión. Después de aprender a escuchar, es necesario adquirir la capacidad de adherirse y de ceder. Sin estos dos tipos de jin, es muy difícil que nuestro Taiji sea eficaz como arte de combate. En cuanto al fajin, es la emisión explosiva de fuerza interna. Este tipo de trabajo no se debe iniciar hasta que ha madurado la forma y el alumno posee jin. Si hay tensión en los músculos, si las articulaciones y los tendones no se han fortalecido o si la columna no está bien alineada, es fácil hacerse daño al intentar practicarlo. Las claves para conseguir un fajin poderoso son unas piernas fuertes, una gran coordinación y poder mantener el qi asentado en el dantian. Sin esos requisitos sólo estaremos utilizando la fuerza externa. Pero al final, no se debe olvidar que todas esas cualidades se cultivan practicando la forma correctamente.
Por último, ¿cómo podemos saber si nuestra estructura es adecuada, si nuestra práctica es correcta? En la forma todo debe ser redondo. Cuando se ven ángulos, picos, ahí no puede haber Taijiquan. Los movimientos pueden ser pequeños o grandes, eso no importa. Lo normal es que al principio sean grandes y poco a poco se hagan más pequeños y compactos. Pero no deben ser demasiado grandes ni demasiado pequeños. Cuando se levanta una pierna, todo el peso debe estar en la otra, el cuerpo no debe elevarse y se mantiene la verticalidad sin esfuerzo. Si hay doble peso, no puede haber yin yang y se pierden los principios. Y la forma debe ser fluida y continua. Cuando se ha aprendido correctamente, se aprende a diferenciar. Y cuando se hace bien, es la mejor medicina. La salud mejora y nos sentimos llenos de energía, equilibrados y felices.
Artículo publicado en la revista Tai Chi Chuan (Artes y estilos internos).
www.taichichuan.com.es
Luis Soldevila es traductor. Ha estudiado Taijiquan de los estilos Yang y Chen. Es instructor de estilo Chen. luiso@taichichuan.com.es